En
efecto, en el año 618, un año después de la muerte del último
emperador Sui, el militar Li Yuan asumía el poder como emperador
Gaozu de la nueva dinastía Tang. En el año 624, su hijo, tras haber
matado a dos de sus hermanos frente a la puerta de Xuanwu en
Chang'an, le obligaba a abdicar, convirtiéndose en el segundo
emperador Tang, Taizong.
Durante
el reinado de Tai zong, una de sus concubinas, que había sido
anteriormente concubina de su padre, alcanzaría un gran poder de
influencia hasta el punto en que finalmente, después de seguir
gobernando desde la sombra bajo el reinado de dos de sus hijos, ella
misma se convertiría en emperatriz.
Así,
tras derrocar a su propio hijo, el emperador Zhong zong, la
Emperatriz Wu se convirtió en la primera y única mujer que
gobernaría China en toda su historia. Al subir al trono, proclamó
una nueva dinastía Zhou.
En
el año 705, la emperatriz Wu, tenía ya 80 años de edad, fue
derrocada y su hijo el emperador Zhongzong retomó el poder,
restaurando la dinastía Tang.
A
pesar de todas estas luchas por el poder que se sucedieron en estos
años, esta primera parte de la dinastía Tang fue una época de
esplendor cultural y en la que el imperio dominaba grandes
extensiones de terreno, incluso partes de Asia Central, en la actual
Región Autónoma de Xinjiang. En la visión tradicional china, la
dinastía Tang representa una de las épocas gloriosas de China.
Sin
embargo, esta época de esplendor tendría su fin al final del
reinado de Xuanzong. A pesar de la aparente fortaleza del imperio, el
general de origen centroasiático An Lushan dirigiría uno de los
mayores intentos de rebelión de la historia china: La Rebelión de
An Lushan, que sacudiría los cimientos del estado chino en el año
755.
El
modelo de estado centralizado y fuerte que habían implantado los
Tang se vino abajo, y no volvería a existir un estado fuerte y
centralizado hasta la proclamación de la República Popular China en
el siglo XX.
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